lunes, 5 de agosto de 2013

Mamona, la muerte.

Un tarde, Adriana y sus queridas tías solteronas fueron a hacer su tan acostumbrado comida/intercambio, un pretexto barato para ir a criticar a la mitad de Apaseo El Grande.

La primera en llegar fue la tía Socorro con un hermoso vestido de cortina, la tía Chela con su tan acostumbrado abrigo rojo, el cual compró en una ida hace 10 años al D.F. Y que guarda para ocasiones espaciales.

Después la tía Miriam con sus famosas chambritas. Y por último la tía Conchita con sus zapatos de muñequita de porcelana.

Después de una buena plática, prosiguieron a comer, y de pronto ene el ruido de los cubierto y la plática se escuchó un golpe.

La tía Conchita cayó sobre su plato de sopa. Fulminada. La tuvieron que extender sobre las mesas del restaurante para que no se pusiera tiesa y fuera imposible meterla al ataúd.

Su cuerpo se puso tieso tan pronto que tuvieron que usar la bufanda que llevó la tía Miriam de regalo para todas, para poder amarrarle la mandíbula.

Después de toda la espera para que los servicios y la CENEFO se la llevaran. El hambre consumía a todas las presentes, por lo que decidieron comer.

Y después pasaron al intercambio. Todas contentas con su regalo, menos una, La tía Chela. Ella no tenía regalo, cual fue su sorpresa, pues claro, ella le había tocado a la tía Conchita.

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