lunes, 5 de agosto de 2013

Mamona, la muerte.

Un tarde, Adriana y sus queridas tías solteronas fueron a hacer su tan acostumbrado comida/intercambio, un pretexto barato para ir a criticar a la mitad de Apaseo El Grande.

La primera en llegar fue la tía Socorro con un hermoso vestido de cortina, la tía Chela con su tan acostumbrado abrigo rojo, el cual compró en una ida hace 10 años al D.F. Y que guarda para ocasiones espaciales.

Después la tía Miriam con sus famosas chambritas. Y por último la tía Conchita con sus zapatos de muñequita de porcelana.

Después de una buena plática, prosiguieron a comer, y de pronto ene el ruido de los cubierto y la plática se escuchó un golpe.

La tía Conchita cayó sobre su plato de sopa. Fulminada. La tuvieron que extender sobre las mesas del restaurante para que no se pusiera tiesa y fuera imposible meterla al ataúd.

Su cuerpo se puso tieso tan pronto que tuvieron que usar la bufanda que llevó la tía Miriam de regalo para todas, para poder amarrarle la mandíbula.

Después de toda la espera para que los servicios y la CENEFO se la llevaran. El hambre consumía a todas las presentes, por lo que decidieron comer.

Y después pasaron al intercambio. Todas contentas con su regalo, menos una, La tía Chela. Ella no tenía regalo, cual fue su sorpresa, pues claro, ella le había tocado a la tía Conchita.

martes, 24 de julio de 2012

La lluvia de enero.

La amistad, interminable.

Después de insultos y escupitajos. No entre ellos. Sino a la pobre gente que estaba debajo del juego mecánico. Decidieron. Hacer una pausa. 

María Camila, un personaje de estatura promedio en Oaxaca y lentes de pasta, no dejaba de reír cual "pulgoso". A su derecha, Juan Federico Iturbide, un personaje carismático, con lunares en los brazos y barba de vagabundo. No podía dejar de reír y mirar la cara de Frida María, la cual lo miraba con su característica cara de indignación y odio. 

Al parecer, el sugerir que Frida María se ve mejor cuando no sale de su casa y nadie la ve, no fue del agrado de la joven. A pesar de las buenas intensiones del buen perro. 

Respiraron profundamente. Para después seguir riendo. Entre el dolor del estómago, el frío de enero y las micheladas verdes. Los tres amigos. Tranquilos. Sin ningún pendiente más que reír. Siguieron con la platica en plena caída libre, sobre tijeras, piedras y papeles. 

Al bajar del juego. Se miraron y juraron ser amigos por siempre. Para después reírse de semejante cursilería. La platica sería interrumpida no por el grito de un vendedor de globos, sino por el tronar de los fuegos artificiales tan característicos del 20 de enero. El rostro de los tres personajes cambió por completo. María Camila con rostro aterrado, no podía dejar de pensar en la posibilidad de que una varilla le pegaría en la cara. Por otra parte, Frida María, pensaba en la opción de que el joven Iturbide fuera golpeado por una varilla, repetidamente en el rostro y sus partes nobles. Mientras tanto, Juan Federico, no pensaba en nada, estaba atónito ante semejante espectáculo. 

Después de 5 interminables minutos, el show terminó. Los tres personajes suspiraron, una con alivio, otra con molestia y el último con nostalgia. 

Paso a paso, esquivando los coches, se dirigieron al estacionamiento. Las dos amigas, miraron el rostro de Juan Federico, para después decir: "Feliz cumpleaños, churpito."   El joven las miró y no pudo evitar decir: "Inches Jineteras, mi cumpleaños es en julio." Las dos mujeres rieron mientras se miraban como si compartieran un pensamiento. 

Al partir cada quien en su coche. María, hizo una pausa, lo miró y le dijo: "Juan Federico, eres como un fuego artificial, molesto y ruidoso, pero a pesar de eso,  nunca dejas de sorprenderme, siempre estás ahí para mejorar el día, en ocasiones especiales y en días comunes y corrientes que se convierten en especiales gracias a tus locuras. Gracias por estar en mi camino."

La emotiva comparación, se interrumpió con la terrible lluvia. Era enero pero llovía como si fuera Julio. 




lunes, 19 de julio de 2010

Miedo, Él.


No sabía que le daba más miedo.
Si estar embarazada de él.
O que sus malditos genes pasarían al pobre niño.

viernes, 2 de julio de 2010

Epitafio, inminente.

Si mentir en la muerte se permite.

Mi epitafio sería:

"Ya iluminé la tierra, ahora iluminaré el cielo"

por desgracia ya nadie respeta las últimas voluntades,

aunque sean mentiras piadosas.


lunes, 28 de junio de 2010

Eclesiastés, Tiempo.

Entró al cuarto,
secó mis lágrimas;
Sin dudarlo,
pronunció firmemente;
"Todo tiene su tiempo,
y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer,
y tiempo de morir;
tiempo de plantar,
y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar,
y tiempo de curar;
tiempo de destruir,
y tiempo de edificar;
tiempo de llorar,
y tiempo de reir;
tiempo de endechar,
y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir piedras,
y tiempo de juntar piedras;
tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar,
y tiempo de perder;
tiempo de guardar,
y tiempo de desechar;
tiempo de romper,
y tiempo de coser;
tiempo de callar,
y tiempo de hablar;
tiempo de amar,
y tiempo de aborrecer;
tiempo de guerra,
y tiempo de paz."

Para al final decir;
Eclesiastés, el tercero.
El silencio llenó mi mente.

(Eclesiastés cap 3)

miércoles, 23 de junio de 2010

Andrógino, Campo.

Habían caminado entre los maizales por una hora, tratando de no mirarse, pretendiendo que no compartían espacio, que no se estaban siguiendo. Se conocían desde la infancia pero la vida les fue separando poco a poco. Y era ese día en el sembradío, el que les separaría de por vida. Cuando terminara el maizal habían jurado nunca mas verse.

Quedaban uno metros.

Y al ver el final inminente miró al cielo.

Y sin decir su nombre sólo dijo:

"Campo mira como te amo, Campo"

La duda siempre quedó en su mente.

¿Acaso se refería al hermoso maizal?

¿O a su segundo apellido?

Triste la historia.

Triste el recuerdo.

Terrible la duda.

martes, 15 de junio de 2010

Siniestro, el cementerio.

Un buen día para ir al cementerio pensó Miranda al ver el montón de puestos con flores de todo tipo: rosas, gardenias, lirios pero para esta ocasión Miranda elegiría cempasuchil, para recordarle a su difunta Abuela que si, efectivamente estaba muerta y muerta debería de seguir.
Durante todo el camino al pabellón 4, la pequeña Miranda de apenas 7 años estuvo pensando en que le diría a su abuela al llegar a su tumba. Todavía se lo pregunta ¿Cómo es que una mujer que se deslindo de su madre apenas cuando esta aprendió a caminar fue capaz de adjudicarse cada uno de los triunfos de su sufrida madre? ¿Cómo era posible que su abuela contara a cualquier persona el trágico accidente del primer beso de su madre, después de unas copas el vomito fue inevitable?¿Cómo era posible que sin pena dejara a su pequeña olvidada a hasta las 4 de la tarde en la escuela, cuando salía a la 1, y todavía tenía el descaro de enojarse por que la niña de 6 años no se podía ir caminado a su casa?

Pero las preguntas iban mas allá de la relación Madre/hija sino también de su relación Desgraciada/Vida...¿Cómo es que su Abuela vivió tanto tiempo? Entre los vecinos de su departamento había una larga fila de sospechosos por su muerte. Por desgracia ninguno tuvo el gusto de hacerlo. El que lo tuvo fue el "canceroso", si un camionero medio atrabancado que cuando Doña Dolores salió de la tienda de abarrotes, después de adjudicarle a la cajera de 10 años con el adjetivo de furcia, tuvo la osadía de darse en reversa y provocarle un infarto del susto. Doña Dolores era una de esas mujeres anticuadas, mochas y doble moralinas que se creían con derecho a criticar a todos, entre ellos a su hija. La pregunta clave para Miranda era ¿De qué tamaño era la lista de ofendidos por Doña Dolores?

Caminado ya por el pasillo 8 del pabellón a tan solo unos metros de la tumba de su abuela, Miranda se preguntaba ¿Cómo es que sigue viniendo al panteón cada "Día de los santos difuntos"a dejarle flores con olor a muerto a una mujer que de santa no tenía nada? ¿Era acaso tradición obligada, convicción o simplemente miedo a que le jalen los pies en la noche?

Al llegar a la tumba apenas y se podía ver el día del deceso, hace 8 años que murió su abuela y si, efectivamente, Miranda nunca tuvo el disgusto de conocerla. Pero aún así las historias sobre ella le eran suficientes. Dejando el ramo en uno de los floreros desechos Miranda suspiro y le pidió a Dios que perdonara a su abuela por ser una maldita Pero su concentración se interrumpió por el grito de su madre "Miranda carajo, esa no es la tumba de tu abuela."