martes, 24 de julio de 2012

La lluvia de enero.

La amistad, interminable.

Después de insultos y escupitajos. No entre ellos. Sino a la pobre gente que estaba debajo del juego mecánico. Decidieron. Hacer una pausa. 

María Camila, un personaje de estatura promedio en Oaxaca y lentes de pasta, no dejaba de reír cual "pulgoso". A su derecha, Juan Federico Iturbide, un personaje carismático, con lunares en los brazos y barba de vagabundo. No podía dejar de reír y mirar la cara de Frida María, la cual lo miraba con su característica cara de indignación y odio. 

Al parecer, el sugerir que Frida María se ve mejor cuando no sale de su casa y nadie la ve, no fue del agrado de la joven. A pesar de las buenas intensiones del buen perro. 

Respiraron profundamente. Para después seguir riendo. Entre el dolor del estómago, el frío de enero y las micheladas verdes. Los tres amigos. Tranquilos. Sin ningún pendiente más que reír. Siguieron con la platica en plena caída libre, sobre tijeras, piedras y papeles. 

Al bajar del juego. Se miraron y juraron ser amigos por siempre. Para después reírse de semejante cursilería. La platica sería interrumpida no por el grito de un vendedor de globos, sino por el tronar de los fuegos artificiales tan característicos del 20 de enero. El rostro de los tres personajes cambió por completo. María Camila con rostro aterrado, no podía dejar de pensar en la posibilidad de que una varilla le pegaría en la cara. Por otra parte, Frida María, pensaba en la opción de que el joven Iturbide fuera golpeado por una varilla, repetidamente en el rostro y sus partes nobles. Mientras tanto, Juan Federico, no pensaba en nada, estaba atónito ante semejante espectáculo. 

Después de 5 interminables minutos, el show terminó. Los tres personajes suspiraron, una con alivio, otra con molestia y el último con nostalgia. 

Paso a paso, esquivando los coches, se dirigieron al estacionamiento. Las dos amigas, miraron el rostro de Juan Federico, para después decir: "Feliz cumpleaños, churpito."   El joven las miró y no pudo evitar decir: "Inches Jineteras, mi cumpleaños es en julio." Las dos mujeres rieron mientras se miraban como si compartieran un pensamiento. 

Al partir cada quien en su coche. María, hizo una pausa, lo miró y le dijo: "Juan Federico, eres como un fuego artificial, molesto y ruidoso, pero a pesar de eso,  nunca dejas de sorprenderme, siempre estás ahí para mejorar el día, en ocasiones especiales y en días comunes y corrientes que se convierten en especiales gracias a tus locuras. Gracias por estar en mi camino."

La emotiva comparación, se interrumpió con la terrible lluvia. Era enero pero llovía como si fuera Julio.