martes, 2 de febrero de 2010

Féretro y azul.

Muerto, estaba muerto. Nunca se había visto tan tranquilo, tan indefenso, ni tan digno de ser amado. Miranda miró el cadáver de su padre, finamente vestido con un traje negro, el cual lo había comprado hace 2 años, justa y específicamente para el funeral de su esposa, madre de Miranda. Después del entierro, lo guardó en el final de armario con el deseo de no usarlo pronto. Sin embargo, tuvo que ser ese mismo traje el que usaría en su precipitado final.

Miranda, no tenía porque preocuparse por su futuro, ya que un fideicomiso la respaldaba. Ni tampoco por su presente, ya que al fin y al cabo había adultos de sobra para ayudarla. Sin embargo no quedaba mucho tiempo para divertirse, su abuela decía, que para vivir hay que prepararse, clases de ballet, piano, canto y cocina, ocupaban su tiempo, pero a pesar de esto, encontraba algo de bueno en ese horario, era su momento de salir de ese mundo lleno de adultos, donde lo más divertido era decir ¡bingo! .

Tras unas palabras del sacerdote, sobre el digno cristiano que era su padre, Miranda tuvo una sensación extraña, no podía respirar, sin embargo esto no se debía al indudable blasfemo que era su padre, el cual en lugar de usar la palabra misa, la sustituía por “Infierno dominical”. La falta de aire se debía a que su abuela tenía la extraña idea de que necesitaba usar coerced para hacerse de cintura, sin importarle que tuviera solamente 7 años. “Mientras más pronto mejor”, decía su abuela, claro, como ella no quedaría enana por la falta de circulación.

La pequeña vio partir el féretro con el cuerpo de su padre y miró con repudio como las hambreadas mujerzuelas que durante un tiempo pretendieron la chequera de su papa, miraban por ultima vez su rostro hinchado. Al pasar por el corredor miró los vitrales sin poder dejar de pensar, en lo blanca se veían con ese vestido negro, blanca como la muerta, pensaba ella.

Al salir de la iglesia, el cielo fue invadido por sombrillas negras, que impedían ver cualquier rastro de lluvia. Miranda, buscó desesperadamente un pedazo de cielo, para no sentir que lloraba sola. Corrió, tratando de buscar una lágrima que le hiciera compañía, pero justamente cuando una gota toco su mano, su abuela la detuvo. Le insistió, que no corriera ya que podía manchar su hermoso vestido negro. Miranda pensó que era cierto, no podía llevar un vestido sucio a su propio funeral.

Esa misma noche, Miranda guardó su vestido en el final del armario, con la esperanza de no usarlo pronto. Preparó todos los documentos necesarios, por si tuviera una muerte repentina como la de su padre y madre. Hizo dos cartas, una para su abuela, en la cual la perdonaba por usarla como su muñeca tamaño natural y por convertirla en centro de todos sus sueños frustrados, y por supuesto le aclaraba que a pesar de eso, la amaba. La segunda era para su mejor amigo, Emiliano, su oso emo, que a pesar de los intentos no había podido terminar con su vida, en la carta reconocía el cariño infinito y agradecimiento para "el que siempre" la había comprendió, a esta carta anexaba una navaja, para facilitarle el proceso de retirar la hoja y evitarle perder un ojo en el intento.

Con lágrimas, guardó las cartas en su mesa de noche y se retiró a dormir con el único deseo de no tener que usar ese vestido pronto.

Los ojos le pesaban, y entre sueños vinieron a su mente palabras sin sentido, “Muero de azul, muero. Muero pero no de negro. Muero” Se levantó, corrió al armario y con sus tijeras de Hello Kitty destrozo el vestido. Salió al corredor y de las entrañas de la ropa sucia saco un overol azul manchado de pasto, lo colgó al final del armario con una hoja pegada que decía “En caso de que mi final llegue pronto, sino arréglenle la talla.”

4 comentarios:

  1. Hay en tu relato miles de pequeñas genialidades que lo hacen una maravilla en su conjunto. Tienes un verdadero don. Un gran beso.

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  2. Lo que he leído de lo que escribes me encanta de donde sacas tanta imaginación, todo lo que escribes es tan diferente. Me engancho desde el principio de tu historia hasta el fin. Saboreo cada letra..

    Besos

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  3. Muy interesantes tus relatos. Es como si detrás de cada palabra hubiese algo más, que intriga, que absorbe y que deja con ganas de seguir leyendo.

    Beso!

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  4. Un gran relato, y una brillante imaginaciòn, que derrochas. *Felicidades*

    Nunca se sabe cuando y còmo llegarà ese final.
    es mejor estar preparad@.
    Tu seguimiento, es el que me ha traìdo a tu espacio.
    *GRACIAS* por hacerte seguidora de mi espacio.
    *Besos*

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