lunes, 25 de enero de 2010

Ni los cacahuates

Muerta, la quería muerta. Por eso le pegué con la piñata; con la esperanza de que los cacahuates que había dentro le causaran una reacción alérgica y se asfixiara en plena posada.

Toda la noche pensé sobre la oportunidad que ofrecían las colaciones: “Ándale y ándale no te dilates...con la canasta de los cacahuates”. 

Ojalá le tiraran encima la canasta, una de sus amigas de la vela perpetua.

Incluso, pasó por mi mente la opción de que, al ir en plena procesión con el nacimiento, un coche se atravesara y del susto le provocara un infarto fatal. Aunque con la suerte que tiene la maldita, la mujer, la víbora, seguramente reviviría, con todo y niño Jesús en la mano para después ser declarada la heroína de la posada. 

En la colonia era considerada una santa, una Madre Teresa más, aunque lo único parecido eran las arrugas y el olor a muerto.

Estaba cansado de ella y su sin fin de historias: ¡cómo no iba a tener anécdotas, si ella conoció al mismo Hittler! Con eso de que era compañera de litera de Ana Frank. ¡Por favor! lo más cerca que estuvo de ella, fue en una estantería al leer la sinopsis del libro.

Odiaba cada palabra, cada gesto, parecía nunca terminar. Alardeaba de sus buenos actos, de sus tantas obras de caridad.

Después de todas mis alucinaciones, planes disparatados y misiones suicidas, vi la oportunidad, no podía perderla. Llegó adornada de aluminio, cubriendo aquella bella hoya de barro, con sus siete picos, con listones de papel de china colgando de sus puntas: ¿acaso alguno simbolizaba el odio?

Cuando llegó mi turno, me prepare mentalmente para el mejor día de mi vida. Tomé la escoba, calculé mi fuerza y con toda mi rabia golpeé la piñata.

Salió volando y se le pegó en el rostro a la maldita. No podía con la emoción, la imagen recorre mi mente, una y otra vez. 

Al día siguiente fui al cementerio mandé hacer una lápida con la inscripción: "Aquí yace la maldita, que ni con un piñatazo te la quisiste llevar, cabrón" 


Mi suegra vive y feliz, yo divorciado e infeliz. Odiando a los cacahuates que tanto amaba.

6 comentarios:

  1. Toro.
    Eso mismo dijo la suegra..y su abogado..y la cuenta del abogado!

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  2. Ja, ja ja ja, no me des ideas.....

    Besos

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  3. Mmmmm qué tentador "manual de instrucciones"... Mientras leía pensé que al final saldría... con nombre real y todo, alguien que se parece taaaaaanto... Jajajajaja

    Excelente relato, Besos y gracias por visitarme.

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  4. Así que era la suegra jajaja…cuando la conozca comento
    Como leí por ahí debería estar entre los manuales de sobre vivencia
    Besos para ti, tu relato es genial.

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